jueves, 29 de abril de 2010

Nuestro Ego como Aliado


Muchas tradiciones místicas de oriente señalan al "ego" como el gran enemigo del hombre, especialmente para aquellos que deciden emprender un camino de desarrollo espiritual. Lo mismo sucede en gran medida con ciertos enfoques dentro de la psicología transpersonal y humanista, donde la autenticidad y la espontaneidad de la esencia del ser humano tienden a verse interrumpidas por el malsano influjo de un "yo condicionado", un "self desconectado de la sabiduría del organismo".

Estas visiones muestran parte de la verdad, pues no están del todo equivocadas. Efectivamente, los condicionamientos propios de nuestro "ego" constituyen la barrera más clara que nos separa de la autoactualización, pero más allá de esta cualidad negativa se esconde un secreto que da nuevas pistas acerca de la utilidad del ego en el camino de la sanación y la iluminación. En este sentido, el ego no es ni bueno ni malo... todo depende del modo en que nos aproximamos a él y a su funcionamiento.
El ego es compulsivo, por cuanto actúa de manera automática y sin mediar mayor reflexión. Está constituído por impulsos y tendencias que provienen de áreas de nuestra psique donde se alojan nuestras heridas más profundas. La compulsión puede verse en actos automáticos como comer en exceso, buscar el éxito personal a toda costa, negar las propias necesidades en virtud de una identidad supuestamente generosa y altruísta, etc. También está la famosa compulsión a pensar y meditar sobre todo lo que hacemos o dejamos de hacer, así como su contraparte impulsiva y salvaje.
Pero todas estas son señales que emergen producto del funcionamiento enfermo de un psiquismo dañado, de un corazón herido que intenta hacerse notar. Quien busca compulsivamente el reconocimiento de los demás, lo hace porque hay algo en sí que no le permite valorarse a sí mismo. Busca fuera lo que carece en su interior. Y ahí está la clave de todo esto...
Normalmente algunas doctrinas místicas (particularmente las que siguen un régimen ascético de renuncia y autocontrol) enseñan que es preciso controlar estos impulsos compulsivos, pues no son parte de la esencia del practicante. Y más que controlarlos, se trata de suprimirlos, de negarles la expresión y concentrar toda la atención en las virtudes de la meditación, la acción correcta, etc. En definitiva, no prestarles atención hasta que, como un niño que no es escuchado en su berrinche, deje de molestar.
Hay todavía otro camino que me parece más sano que señala que antes que ignorar las pataletas de nuestro ego, resulta más adecuado permitir su expresión consciente. Esto quiere decir, permitir que el ego exprese aquellas tendencias poco sanas, pero quitando el componente compulsivo a través del entrenamiento del "awareness" o "darse cuenta". Usualmente actuamos sin darnos cuenta de lo que hacemos... hacemos daño a otros y a nosotros mismos debido a nuestras tendencias menos sanas y ni nos damos cuenta de cómo fue que currió ese daño. La propuesta acá es permitir que las cosas ocurran pero poniendo toda nuestra atención al proceso. Es decir, poner atención al flujo de los sucesos que van (de manera inversa) desde la acción concreta que resulta dañina, pasando por el contenido emocional subyacente a dicha acción, llegando hasta el núcleo del sufrimiento que se aloja en el centro de nuestro corazón, como un agujero negro del que emana descontrol, miedo y tristeza. Esta enseñanza está contenida, entre otros sistemas de autodesarrollo, en las Enseñanzas del Diamante o "Diamond Logos". Osho también solía predicar una doctrina similar, de manera magistral y directa, a sus discípulos.
Así, vemos que nuestro ego, nuestro carácter, no es un enemigo al que tengamos que combatir, sino un aliado al que hay que escuchar... pues es nuestro carácter, nuestra manera de ser, la que nos brinda el mapa hacia el centro del sufrimiento. Lo importante es saber leer las señales y seguir las indicaciones... hay un rastro claro que puede ser rastreado, siempre y cuando tengamos nuestros sentidos despiertos y atentos.


Fuente: http://psicologiaperenne.blogspot.com/

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